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EDITORIAL

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Gonzalo Raúl Fonseca Grandón, PhD
Abandono universitario en tiempos de pandemia

Una consecuencia evidente de la pandemia del COVID-19 para las Universidades a nivel global, ha sido continuar la formación de estudiantes mediante el desarrollo actividades académicas utilizando plataformas virtuales, particularmente la docencia. Más allá de profundizar en el significado que este cambio cultural implica para las instituciones de Educación Superior, así como la oportunidad que ofrece la adopción de la modalidad virtual como complemento a la formación presencial, esta reflexión visualiza un “fantasma” habitualmente escondido en la formación universitaria, el que puede estar aún más invisibilizado en esta temporal virtualidad que han adoptado las universidades: el abandono de estudios.

 

Ampliamente difundidas en el escenario internacional son las tasas de abandono en carreras universitarias, llegando en casos extremos a indicadores superiores al 50% de deserción en ciertas áreas. Si bien estos indicadores corresponden a escenarios de Educación Superior en modalidad presencial y a pesar que las estadísticas de abandono en modalidad virtual parecen más auspiciosas, la inexperiencia en materias de educación virtual de aquellas Instituciones que temporalmente la han adoptado producto de la pandemia, puede arriesgar el éxito del proceso de formación. En consecuencia, dicha situación puede impactar en los resultados académicos de los estudiantes y por cierto, en las decisiones de permanencia o abandono de estudios.

 

La investigación sobre la problemática del abandono universitario realizada tanto por el funcionalismo Norteamericano, como por la sociología Francesa ha sido generosa, existiendo un amplio corpus de literatura sobre esta materia. El trabajo de Tinto (1975; 1997; 1993; 2006; 2012) y Coulon (1988; 2005; 2010) como autores representativos de ambas escuelas, identifican los procesos de socialización de los estudiantes con el medio universitario, como una de las principales variables explicativas de la permanencia y abandono de estudios. Dicha socialización considera que las interacciones sociales establecidas por los estudiantes con sus profesores, compañeros, personal universitario, entre otros, son fundamentales para las decisiones de permanencia o abandono. Especial relevancia cobra en este caso todas aquellas actividades académicas, sociales, culturales, deportivas, artísticas, de esparcimiento, etc. que genera las universidades en modalidad presencial.

                                

Si bien los hallazgos sobre la importancia de la socialización estudiantil para favorecer la permanencia universitaria constituyen un factor explicativo para quienes cursan carreras en modalidad presencial, no hay que olvidar que estamos hablando de aquellas universidades que “temporalmente” han adoptado la modalidad virtual. En consecuencia, son estudiantes que no están habituados al trabajo únicamente a distancia, puesto que durante su formación presencial acceden solo al apoyo de herramientas virtuales (precarias en algunos casos) para complementar la presencialidad.

 

La situación coyuntural que ha obligado a las universidades a implementar urgentes acciones de educación virtual, definitivamente puede convertirse en un “arma de doble filo”. Por un lado, puede encantar a sus estudiantes con la organización implementada y por otro, desalentar las expectativas que poseen los estudiantes respecto de su formación producto de una deficiente experiencia. Si bien las instituciones de Educación Superior han adoptado medidas con cierta celeridad, entre ellas, adopción de plataformas virtuales, capacitación docente en estrategias de virtualización, inducción a estudiantes, asignación de becas para acceder a bolsas de internet, etc. es muy necesario poner atención al proceso de socialización que están desarrollando los docentes bajo modalidad virtual.

 

Al respecto, las actividades de docencia llevadas a cabo por las universidades pudieran no estar promoviendo la suficiente socialización entre estudiantes y sus profesores o entre los mismos estudiantes, pudiendo incidir en la aparición del fantasma del abandono universitario. Sumado a lo anterior, existen variables personales, académicas y socioeconómicas de los estudiantes que pueden definitivamente desestabilizar sus decisiones, entre ellas: su insuficiente capacidad de autogestión, dificultades para su autoaprendizaje, problemas económicos para un adecuado acceso a equipamiento y conexión a internet, etc. Estas dificultades generan la suficiente desmotivación y frustración, afectando negativamente el aprendizaje y generando un rechazo a la formación virtual.  Por cierto, esta situación se agrava considerablemente en aquellos estudiantes de primer año que se integran a la universidad y se ven enfrentados a una socialización muy escasa o prácticamente inexistente.

 

Finalmente, las decisiones en materia de educación virtual en la actual pandemia son fundamentales. Es una gran oportunidad para las universidades que sus acciones comprendan la importancia de la socialización estudiantil en la formación virtual y promuevan: acompañamiento y monitoreo sistemático (para docentes y estudiantes), trabajo colaborativo, efectividad en los canales de comunicación y una constante evaluación principalmente del proceso. Estas y otras acciones pueden favorecer efectivamente la permanencia de los estudiantes en la universidad y contribuir a reducir las pérdidas económicas que genera el abandono para naciones que financian total o parcialmente los estudios universitarios. Desde el punto de vista de los estudiantes, la estimación del costo social y emocional que implica para los jóvenes y sus familias la decisión de abandonar la universidad es definitivamente incalculable.

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